lunes, 11 de mayo de 2015

Breve diálogo con la poesía de Adriana Tafoya


Por Hugo Garduño 


En un magnífico diseño que quizá alude al fuego, a lo candente, pero sobre todo a la esencia de la poesía de la autora, se nos presenta Diálogos con la maldad de un hombre bueno. Recopilación pequeña pero rigurosa de la obra de Adriana Tafoya; quizá como sólo muestra, un botón para adentrarse a esa particular estética, en esa visión de escenarios casi ocultos, algunos ignorados y casi o del todo tabú para muchos.

En la delicada efectividad de orfebrería y discurso del todo singulares. Atractivos por lo mismo; por llevar a terrenos que son poco o nada abordados en la poesía y en otras disciplinas artísticas, este breve poemario además de su calidad posee esa cualidad y característica: ser el proveniente de una voz completamente original. La selección de los poemas de Animales seniles, primer libro de Tafoya, abre como un punto culminante y rector de este pequeño resumen de obra, en tres exquisitos paseos por oscuridades de la sensualidad, el deseo salvaje y la escondida miseria de quién para poseer ya únicamente cuenta con dinero para comprar sexo; dando al final de este señalado poema la inversión de papeles entre el aparente victimario comprador, y la supuesta víctima a la que se le paga.

Después, aún para cualquier neófito en el juego de ajedrez, sin más y con una exactitud y contundencia exactas, el juego se plantea en todo lo que es en su reto y su dimensión al comenzarlo, sin que sobre o falte nada, para de ese muy buen golpe, retratarlo. Y de ahí pasa a un planteamiento en prosa poética aparentemente más complejo, siendo que en poesía, todo puede serlo, ya que al igual que en este segundo poema, en el primero, también se encuentra una metáfora con la vida; del modo como igual el arte lo exige en su discurso. Aún cuando Eludir, el segundo poema del que hablo, sea del todo y disfrutablemente evidente, la analogía con el juego y el devenir cotidiano y muchas de sus implicaciones.

Y se sigue el pequeño pero sustancioso itinerario con poemas de un libro más accesible, pero no por ello simple, donde de manera menos sutil se plasma la intrínseca violencia del ser humano; pues con una no tan evidente pero no ausente trabajada filigrana, Tafoya desmenuza, desde la consciente fragilidad de una víctima de homofobia, que a pesar de ello enfrenta convencido su ser y sus consecuencias; hasta el amputado que ansía la exquisitez del placer que le está vedado; a la autosuficiencia de una mujer obesa y morena, orgullosa de sus carnes, de carácter dominante y para muchos reprobó. Y termina con una pelea entre mujeres, algo así, como darle una lección a la necia. Y no por ello en ninguna línea está ausente la poesía en dichos poemas. 

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