martes, 12 de mayo de 2015

La poesía como oficio y como lucha



Por Alejandro Reyes Juárez
[Tafoya, Adriana (2013). Mujer embrión. México, VersodestierrO.]

Imagen: Miguel Escabernal.
La poesía es un oficio. El poeta construye con palabras una obra; un mundo con un lenguaje que se niega a ser una máquina automática. En esta labor se articulan las distintas dimensiones de la experiencia del sujeto y con cada verso engarzado el poeta también se transforma; se reconstruye.
Al final del poema, el poeta es otro y el texto adquiere existencia propia; como espejo de significados múltiples se levanta entre dos extremos: quienes encontrarán en él un reflejo con el que se identifican y quienes quedarán desorientados, cuestionados o retados por lo que el poema expresa.
Mujer embrión, de la poeta, editora, ensayista y promotora cultural Adriana Tafoya, es una muestra de lo anterior. Este es un poema-libro en la que Adriana, o la voz lírica que crea la poeta, va germinando a cada palabra, verso y estrofa, hasta reconfigurarse en otro ser que se sabe en en el mundo de forma distinta y percibe las posibilidades de transformarlo.
Mujer embrión es un canto intenso, por momentos estridente y doloroso -como suele ser todo nacimiento- que desde la condición de mujer se pronuncia, consciente de ello: …en las sombras/ impregna con fervor el beso de su cuerpo/ mientras dobla lienzos/ inmacula gasas y delgados pliegues/ con manos introvertidas/ en las telas se entreteje/ concentrándose con lo poco pensado/ remueve y sacude polvo/ que se acumula nuevamente/ que se acumula eternamente/ y que es puño   es/ tierna tierra/ que ofrece/ el dulce fruto incoloro/ de un tiempo cautivo/ en fresca esfera de gajos.
De esta manera la escritura también se convierte en un espacio donde se entablan batallas. Éstas, aunque simbólicas, no menos reales, que pugnan por un mayor equilibrio y equidad; que sin percibirlo van modificando el mundo desde la misma vida cotidiana y sus intersticios. Batallas que son parte de muchas otras que se escenifican en lugares diversos del México actual. Entre éstas tenemos, por ejemplo, las de las niñas apropiándose de patios de recreo en pequeñas comunidades rurales para jugar fútbol; las de mujeres adolescentes haciendo del hip hop una herramienta para expresar su resistencia y rabia; la de mujeres que toman la decisión de construir proyectos de vida alejados de los dictados por los convencionalismos; las de las fotógrafas que construyen con su lente una mirada distinta sobre las propias mujeres; las de las amas de casa que rompen el cerco y arriban a los talleres de creación literaria para encontrar herramientas que les permiten comprender mejor su experiencia y expresarla. La poesía en este caso no es solo un oficio, es también una lucha; Mujer embrión es solo uno de los capítulos de ésta.
Estamos frente a un poema con un ritmo constante que exige al lector su atención para, por un lado, percibir toda su belleza y fuerza; su manufactura cuidada, los recursos poéticos empleados y las imágenes, muchas de ellas sorprendentes. Por otro lado, ir más allá de la estructura y la cadencia, para comprender mejor a la mujer que habla y el lugar desde el que lo hace; para observar con detenimiento la germinación que sucede ante nuestra lectura y en voz de la poeta: …Ahora/ eres paraiso             eres infiernos/ equilibrio de lánguidas opiniones/ que impulsan un oculto criterio/ pero lo que es       no es todo lo que eres/ ser subjetivo/ otredad/ constante transformación/ minuciosa unidad        de edad atemporal/ transparente y lúcida…
Germinación que es decisión; después de cuestionarse el “estado natural” de las cosas: …mujer      embrión      cigoto/ observa/ el mundo es más que una maraña de ideas/ es más que estallar el vientre venoso/ sofocando espasmos/ para dar un trasluz a la vida/ mucho más que desgarrarse/ en amoroso embeleso por un amante.
Proceso embrionario producto de la reflexividad -tan extendida en esta modernidad aunque tan poco aprovechada-; del desarrollo de la capacidad de verse en el mundo y actuar en cosecuencia. Al respecto menciona Lipovetsky (1999), que estamos ante la presencia, en esta contemporaneidad, de la tercera mujer, la cual supone autocreación femenina trascendiendo los imperativos sociales, donde, sin embargo, o como producto de ello, la variable sexo sigue orientando la existencia, fabricando diferencias de sensibilidad, de itinerarios y de aspiraciones.
Finalmente, germinación que es el resultado de lograr comprender que lo que se busca no está afuera, aunque así todo parezca indicarlo, sino dentro. Ahí está la llave que abre la puerta para darse cuenta de que la primavera ha comenzado, concluye la poeta en Mujer embrión.
La poesía es una caja de resonancia de una época. Sin embargo, cada poema es una mirada particular sobre ella, alrededor del cual se construyen múltiples significados por parte de los que nos encontramos con él, en el momento que lo hacemos. Entre la gran diversidad de voces que caracteriza la poesía mexicana actual, Adriana Tafoya apuesta por la búsqueda y por la ruptura desde el conocimiento amplio no solo del oficio de poeta y sus herramientas, sino desde la consciencia de ser mujer poeta.
Para concluir, espero este texto producto de la lectura y el diálogo sostenido con la Mujer embrión de la poeta Adriana Tafoya -que al final contiene solo otra perspectiva masculina sobre lo femenino- pueda constituirse en una invitación no solo para leer este libro, sino para adentrarse en la obra completa de Adriana y mantenerse al pendiente de sus publicaciones; de la poesía que seguramente seguirá fluyendo de su pluma. Espero sinceramente que así sea. Más que nunca hoy necesitamos de la poesía.
El Cerrojo Centro Cultural, México D.F., 7 de mayo de 2015

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