jueves, 13 de febrero de 2014

Recado de Tomás Browne a propósito de "Los cantos de la ternura"

Este comentario abierto - al margen, sin pretensión de nada, sólo a modo de saludar a tu poesía por este nuevo año - al terminar tu libro cuyo final me ha llevado otra vez al comienzo de la ópera de la tempestad:


'Adriana, por la forma de tu poemario, Los Cantos de la Ternura, adivino que son también Monólogos para un Drama Lírico, para la catarsis de la mujer. La figura del niño es el transporte hacia la imagen del típico hombre convencional , del macho (que, a veces, como en el poema (3), se transforma en el típico amante de paso) el que es abandonado, rechazado, hasta que vuelve a la figura del niño mismo en el poema (8), pero para suspender los sentimientos y seguir adelante hasta recuperar la libertad en el poema (9) con la purificación de lo que el niño-hombre le ha significado, porque el héroe cambia su estado, vuelve arrepentido a un vacío inicial. Desde este vacío, la materia aparece como (0), con el primer verso Tengo que dejarte, por lo que hay nueve poemas en vez de diez. Me di vueltas en la numerología (incluso pasé por La Vida Nueva de Dante, donde el nueve es el número perfecto en relación con el amor), o pensé que cuando uno cuenta 9,8,7,6…, cuenta hasta 0, y hace sentido en cuanto el primer verso del último poema es Tengo que dejarte; pero en fin, aún es misterio no resuelto.
Lo que sí: descubro una secuencia, en parejas, con el primer verso de cada poema. Tengo que dejarte (0) y Me alejo de ti (4), marca una ruptura meditada; Te abandono y (1) Te rechazo (2), marca una ruptura inmediata; En verdad creías (5) y Te enseñe que no hay verdad (7), un distancia gnoseológica con respecto a este hombre-niño ingenuo; Hoy niñito sucio (6) e Igual que por la mañana (9), un sarcasmo del tiempo impío; Camino sobre el fuego (3) y La muerte de un hijo (8), Estas parejas son formas de recuperar lo perdido o ganar lo que no se tuvo; la mujer recobra la fuerza y vuelve al hombre un niño del cual no puede apiadarse para conseguir liberarse. Pues invertir la relación entre hombre y mujer no es suficiente (incluso en el dejar, abandonar, rechazar, etc) sino que debe haber un desahogo real pero también un buscarse a sí mismo en soledad para partir, irse. Así la ternura es siempre desde ella, hacia ella, que arranca a veces destellos de violencia, hacia otro, como en el poema (4): Me alejo de ti/ como quien se corta/ un brazo virulento… te hubiera arrancado/con un cuchillo/ de mis entrañas; y destellos de desafectos , como en el poema (5): Ni te amo hijo ni te odio/esto lo hago indiferente; y destellos de desprendimiento, como en el poema (6): Otros amados nacerán/pero hombres/ya no; todos destellos necesarios para que la ternura sea la forma en que la catarsis sea efectiva y recobrar la libertad, la autonomía: Resucitaré /en el minúsculo corazón/ de un pájaro/ en el mundo de mi otro sueño, dice el poema (9) que al final dice: Quizás estés ahí/y hermoso sea/ que no te llames hombre… , que es la recuperación de lo renunciado bajo otra forma, ¿la del vacío?, que me trae a la cabeza los finales de las tragedias griegas, donde el héroe reconoce su error o le dan muerte los dioses, todo desde la boca de Adriana que es la boca del ritmo, por eso mi ingenua lectura pero que intenta ser lo más fiel a lo que la poeta dice, es que Los cantos de la Ternura, además de poemas sueltos, son también a mis ojos Monólogos para un drama lírico.
***
Me recordó, Cuando amas debes partir, de Blaise Cendrars : Cuando amas debes partir, deja a tu mujer, deja a tu hijo, cuando amas debes partir, deja a tu amante… ( es lo que recuerdo del poema) y El quinto Hijo de Doris Lessing, el hijo, el niño en esa novela puede ser visto como la representación del machismo desde la maternidad, un niño horrible. Si no lo has leído…Bueno es un libro muy fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario